camisonrosa

domingo, abril 04, 2010

Sobre la libertad

A ratos me siento libre, generalmente cuando el silencio domina el espacio y solo escucho ese extraño efecto sonoro que produce el viento al cruzar de una puerta a la otra dentro de mi casa. El sonido es más bien como un lamento, a veces se hace más largo, a veces me da miedo también, otras más me regocija y siempre he querido atesorarlo en un grabación, pero hacerlo sería quitarle la libertad de sonar cuando este quiera.

También siento la libertad cuando subo el volumen a lo más que resisto y canto, grito palabras contenidas en canciones que significan algo para mi. Siento libertad cuando pedaleo fuerte en la bicicleta fija y se que no me llevará a ningún lado, siento libertad cuando sudo, siento que se me van las cosas malas, el hot dog con tocino, el alcohol rezagado de los últimos meses, el refresquito de toronja y las coca colas.

Siento libertad cuando camino solo, cuando pienso en la revolución, cuando me emocionan los sesentas y su preciosa complejidad, su explosiva tendencia, su irrepetible ansiedad, los Baader-Meinhof, los Weatherman, los de la Situacionista. Ahora todos somos demasiado cobardes, demasiado egoistas para sentir la libertad en esa forma.

Siento libertad cuando no abro los periódicos, cuando no entro a los portales de información, cuando no tengo idea de quien es la niña Paulette y parezco un idiota en medio de una plática de actualidad, al no saber que tengo que cambiar la hora a mi reloj, o que el ejercito gringo está en México. Creo que algo de eso está pasando. La desinformación paradojicamente también me hace sentir libre.

Hey ! Mr Tambourine Man, play a song for me
I'm not sleepy and there is no place I'm going to
(...) I have no one to meet
And the ancient empty street's too dead for dreaming ...

Le he dicho a un amigo que cuando sea viejo quiero ser como Dylan, sabio, sucio, desalineado, famoso, cruel, atinado, libre e histórico. Quiero seguir atento a todas esas cosas que se aparecen a mi vista, quiero perder la mirada, echar la cabeza hacia atras, desaparecer del mundo y poner los ojos en blanco para devolverle a la realidad lo que ha perdido y mostrarselo a la gente. Hacerles evidente lo evidente, pero que por si solos no lo ven. Sorprenderlos sacándoles monedas de detrás de las orejas.

Cuando escucho a Dylan me es inevitable pensar en un camino lleno de nieve y grava negra, los 10 minutos a pie con el frio vigorizante y la idea centrada en trabajar. Yo solo ahí lejos, yo cantando el Tambourine Man, en otra ciudad que era ya casi como mía. El camino de la Torststrasse y la Augustrasse, en soledad, absoluta soledad.

La libertad es soledad. Y eso es bien triste. Lidiar con la soledad es difícil, más para alguien a quien le gusta compartir. La libertad de los Baader y los Weatherman estaba basada en la revolución, la revolución los hizo disidentes, la disidencia los obligó al aislamiento. El aislamiento es el peor de los castigos para el ser humano. La locura se asoma por las rendijas del aislamiento y se te mete por las orejas cuando menos te das cuenta. Es entonces cuando echas la cabeza hacia atrás, pierdes la mirada, los ojos se van a blanco, la mente igual, la libertad se aparece aferrada a la soledad.

Yo me he vuelto un disidente, me he condenado al aislamiento no por voluntad, sino por consecuencia. He sido apartado a un espacio de soledad, a un tiempo reflexivo en donde lo único que veo pasar son las horas y los días. La sensación de libertad aparece pero de que sirve si no puedo compartirla. La soledad me hace sentir menos libre que nunca. Porque me atrapa, me detiene, me aisla, pero sobre todo me segrega. Que asquerosa es la soledad cuando no se tiene ganas de lidiar con ella.

Finalmente no soy libre en nada. Dependo de todo, soy un esclavo de la economía y sus procesos, estoy atado a las decisiones de otros, a las oportunidades que me brinden los demás para poder demostrar entonces lo que pienso. Estoy más que nada amarrado a mi propia fe, a mis pecados, mis problemas, mis dolencias, mis memorias.

La ciudad está llena de memorias. Yo estoy lleno de memorias también. Las memorias no me hacen libre, pero pensar en ellas y perderme en ellas me llena de libertad. Ahi te reconstruyo, me reconstruyo, me veo, pienso, intento darme el tiempo. Me doy cuenta también de que todo ese tiempo construyó algo, un diálogo, un sistema, una historia.

Las historias oficiales están hechas en base a la lucha por la libertad, jamás nos hablan de soledad; la revolución también, al igual que la emancipación de los yugos. Hoy la libertad parece ser más paradojica que antes. La libertad está a veces basada en un horario de ocho horas laborales esclavizantes, la libertad está basada en el consumo. Yo no soy esclavo de esos tiempos, pero a veces me siento menos libre que nadie.

Dice el rapsus "... quiero ser humilde y pase lo que pase siempre libre... y esa es la injusticia del mundo, el pobre y el rico, no hay mas, eterno y profundo.. sabanas mojadas por sudores depresiones, el mundo entero y sus drogadicciones... y nunca aprendemos lección, aberración ... el humano y su jodida obsesión...". Estoy de acuerdo.

Quiero ser libre pero no estar loco, quiero estar loco pero nomás un ratito. Quiero estar solo pero no sentirme solo. En realidad lo único que necesito es entender con claridad que es aquello que realmente quiero (y protegerme al mismo tiempo de ello). Quiero ser honesto como el rapsus, pero quiero mantener latente esa "jodida obsesión". Quiero todas esas cosas pero a ratos.

El peor castigo para un egoísta es la soledad. Ahí las cosas no tienen eco, no hay reverberancia. A mí la soledad me está castigando demasiado, por que incluso en medio de toda esa multitud, de todos esos amigos, de los bafles, la electrónica y la norteña siento que lo perdido está por ahí mismo muy cerca y a pesar de eso, ahí parado en medio de todo puedo llegar a sentirme más solo que en los inmensos y abandonados desiertos a donde prometen ir a morirse los poetas.

No me queda entonces más opción por el momento que tirarme al folk y ser poeta por necesidad.

1 Comments:

  • At martes, abril 06, 2010 1:33:00 a.m., Anonymous evol said…

    "No estás solo, no estás solo" como le decían al Peje. Ser como Dylan debe costar mucha vida útil, debe ser un camino difícil. Es bueno ser como eres y más si estás en soledad, te oyes, te disgustas, te odias y te reconcilias, por más trillado que se escuche. "No estás solo" cuando puedes crear, yo digo.

     

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