camisonrosa

domingo, marzo 28, 2010

Cardiopatía

Hay un dolor que se ubica justo entre la cuarta y la quinta costilla contando de arriba hacia abajo. Pareciera ser un aire, una tensión de un músculo pero en realidad se trata de una afección cardiaca.

Siempre fui reticente a la idea de creer que "se quiere" con el corazón, recuerdo discusiones sin fin con amigos y conocidos en las que yo les trataba de explicar que "se quiere" con el cerebro y con la boca del estómago. Les explicaba que uno observa, se siente atraído, se desata la química, pero todo eso se vuelve razón, se codifican las señales en el cerebro y de ahí los estímulos se van a todas partes, pero el primer lugar al que llegan es a la boca del estomago. La gente común conoce esta experiencia como "mariposas en el estómago".

Ahora el dolor en el pecho me hace pensar que el cerebro somatiza mis arterias y las obliga a sentir la presión del tiempo. recapacito y me doy cuenta que ese cerebro con el que aprendí a querer se traduce en razón y de la razón se desprenden mis causas, mis efectos y a veces mis afectos.

Ahora las manos me sudan, aparecen algunos tics y en el mismo proceso de desintoxicación de pronto quisiera volverme un fanático y encomendarme a una causa que liberara la presión que siento entre la cuarta y la quinta costilla. A momentos ese dolor se libera pero se mantiene más bien como una constante que me recuerda que algo no esta bien. que me recuerda que sentir no es nada más con la razón... que más bien la razón es un terreno delicado, algo así como una oficina que se debe de cerrar después de cumplidas las horas de trabajo; para entonces darle chance al corazón, para que no se hinche, para que no se altere, para que pueda trabajar tránquilo sin la presión de la cuarta y la quinta costilla.

Ahora repienso esto sobre el cerebro... querer con el cerebro. Al tiempo me dedico a ver que el cerebro puede una vez más que el corazón, por que según tengo entendido en mi propia lógica (que no siempre es efectiva y mucho menos servirá como un elemento de apelación), la mente está alojada en el cerebro; la intrincada y peligrosa mente habita en el cerebro. ¿Es eso cierto? y bueno si lo es, entonces la mente a su vez subarrenda el espacio de la memoria. la memoria está en el cerebro. La memoria es lo que me hace querer. la memoria en donde ardia.

Y entonces leo y releeo los mismos puntos, los mismos parrafos, dos o tres veces, los cierro, regreso a la pantalla para leerlos otra vez, tratar de descifrarlos semiótica o hermeneúticamente, busco en mis propios códigos y trazo mapas, pienso en fragmentos de la memoría.

En mi cotidianidad el dolor en el pecho y la ansiedad se alimentan de algunas de estas imágenes, de los espacios, las frases, los sentidos. De repente sin necesidad de cerrar los ojos escucho un gémido, una voz, una frase. De repente estoy solo y volteó a tirar un diálogo al vacío por que la contraparte que solía recibirlo no está más ahí, pero está en la memoria. La reconstruyo con la memoria como una imagen ilusoria. Me río y la veo como si fuera un holograma de la Guerra de las Galaxias. Cuando trato de aprehenderme a ella me doy cuenta que no está. Entonces solo queda la memoría. Como afecta la memoria al corazón.

Para la afección el Doctor sugirió tranquilidad, pero la tranquilidad en estos tiempos está sobrevaluada. Es casí imposible acceder a ella. Sugirió también una desintoxicación temporal, yo agregué lo mio y decidi hacerla cuasifundamentalista. Ahora entonces la lucha es a dos frentes denominados abstinencia.

Puedo abstenerme de todas esas cosas que quimicamente crashearon mi sistema, eso lo tengo claro, lo estoy haciendo y en gran medida se siente muy bien. Es diferente. Pero hay una cosa de la cual no puedo abstenerme ahora y es de sentir con el corazón, una vez que he descubierto que el cerebro y la razón no son necesariamente los dictadores en mi cuerpo. La mente sigue siendo una hegemónica bastardeta; con ella debo de lidiar como con el pie plano, la tendencia al fracaso y la crisis económica.

Con la ausencia, con esa simplemente no puedo lidiar. Me declaro perdedor en ese aspecto. No tengo más argumentos para continuar mi defensa. Puedo tomar el receso que sugiere el juez (y el que sugiere el doctor) pero eso no me garantiza mucho. Por el momento tomaré los consejos de los profesionales, pero también tomaré mis pensamientos y los seguiré tratando de vaciar hasta olvidar por completo a la cuarta y quinta costilla que me aprietan el acelerado corazón y en la medida de lo posible, también recuperar con eso a la costilla que perdí.
 

ojala pronto podamos vernos, todos... y entonces darnos un gran abrazo y decirnos de una puta vez quien es quien...