camisonrosa

martes, octubre 18, 2005

matenme por que me muero

Hoy soy feliz. Simplemente feliz, por que he estrenado mi conexión a Internet en casa, y junto con ella una línea telefónica, después de 8 años sin teléfono en el hogar. Mi vida, así, de este sencillo modo, cambia de un tajo. La caminata nocturna para llamarle a la muchacha desde el público de “moneditas”, el sufrir por que la tarjeta de teléfono se acaba y todas esas precariedades vividas desde hace ya años, hoy, han desaparecido. Con ellas desaparecen también mis visitas al Café Internet de la esquina, en el que me atendían de maravilla y de vez en vez me tomaba una dulce chela Victoria (a tu salud).

Mis planteamientos acerca de los Cafés Internet como espacios de intercambio y como futuros centros de encuentro quizás desaparecerán, al conectarme en mi individualidad, al separarme de mi mundo para encontrarme de nuevo con el, en una conexión a 512 (en mi país le llaman banda ancha y mis primos japoneses se cagan de la risa de eso). Ahora más que nunca parezco estar completamente disponible para cualquiera, al teléfono, al msn, al celular, al correo-e, al blog... por todos lados.

Mi felicidad se nubla de pronto al extrañar, ya en mi primer día, la salidita nocturna al teléfono de moneditas, sufrirle por el cambio, por el frío, por el miedo. Hoy sustituyo eso por mi comodidad, por mi bienestar y por la inmediatez. Al tiempo en que reflexiono esto pienso en que ese mismo sentimiento, debe haber invadido a más de uno en algún remoto pueblo, en donde dejo de caminar una hora para llegar a su casa desde que ampliaron el camino y abrieron carretera. Seguro que sintió nostalgia. Seguro.

Ahora pienso en el respaldo del medio, repaso los conceptos de los que platicábamos en donde las chapatas el sábado en la noche. Ahora le llamaré desde la comodidad de mi casa y ella podrá llamarme, a la medianoche, a la hora que quiera (si me encuentra).

Me he acordado de alguna extraña relación que tuve, muy infante, con una chica no menos loca de lo usual, que me llamaba todas las noches, sin falta, para hablar horas y horas de nada. Mi filtro es la comunicación, la bocina del auricular (y ahora el speaker haciéndolo más orgánico) pero a veces ni siquiera hay mucho que decir. Otras veces hace falta no hablar de nada, pero siempre este pequeño escudo mediático me protege. Eso me hace sentir nervioso (quizás sea lo orgánico de la voz) pero aún hoy, luego de muchos años, me sigue fascinando la idea de que alguien, un tanto lejos, este conectado conmigo por un aparato.

El msn nos protege más y el correo e nos da las infinitas posibilidades de persuasión y nos permite desenvolvernos más de lo normal, quizás más de lo sano, pero igual no importa, solo sabes qué pasa si te contestan. Si escribes lindo es seguro que contestarán.

Obviamente mi odisea electrónica entrará en una nueva fase para mi. Los recovecos rizomáticos de la web serán terrenos vírgenes, en un espacio que podré recorrer sin pensar en el tiempo que me queda, en si ya rebase la tarifa que cubre una hora y todo eso. Pero ahora no tendré de quien esconderme cuando baje el porno, o no podré asomarme de reojo a ver la conversación del vecino de a lado, quien hostigosamente seduce a otro guey con identidad de chica cibernética.
Pero mientras levanto la bocina o doy vueltas por ahí, esperando llamar, las mariposas me siguen invadiendo la pancita, mezclándose con los retortijones de la gastritis (o colitis) gratuita, incluida en la promoción de dos meses de tacos trasnocheros. Creo que sigue hormigueando, igual que la sensación de emoción cuando ves el correo de cierta persona en el inbox de tu cuenta de yahoo, el cual decides abrir hasta el final de todos, ampliando tus expectativas, frenándolas en slow motion, que quizás pueda moverte, y conmoverte hasta la lagrimita.

Y creo que todas esa pequeñas cosas aún no cambian, por que mi pequeña parte humana (la que aun me pide comer, ir al baño, enamorarme o competir), no ha sido del todo vencida, por que existe el medio, existe el filtro y su intermediación que me hace sentirme transformado, pero aún no existe el poder de mediarme por completo. Mi voz (y su voz, y la de todos, y las palabras y sus significados) aun siguen pareciéndome orgánicos. Y las relaciones entre mi y todos los demás, mediadas por estos filtros, hoy todavía deben de ser humanas de algún modo.

Y me conmueve pensar que Sonny, (ese mórbido roboto NS-5 de la película I Robot), tuviera ganas de ser distinto y de ver y sentir como ser humano. Y entonces creo que a cada mediación, a cada conexión algo de mi se va por esta invisible línea.

Mátenme por que me muero. Igualmente soy feliz, o sigo siendo feliz, por el momento.
Oct.17
 

ojala pronto podamos vernos, todos... y entonces darnos un gran abrazo y decirnos de una puta vez quien es quien...